La idea de que una percha pueda estar colgada sin estar colgada y sin colgar nada a su vez se me ocurrió en la casa que mis abuelos maternos tenían en San Nicolás del Puerto.
Este edredón me recordó esas máquinas antiguas en las que se echaban duros que se iban amontonando y rara vez caían; luego pensé en el amor y finalmente dije: calderilla.