lunes, 27 de abril de 2009

Manifiesto populista de Ferlinguetti

Poetas, abandonad vuestros armarios,
abrid vuestras ventanas, abrid vuestras puertas,
habéis estado demasiado tiempo enterrados
en vuestros mundos de clausura.
Bajad, bajad, de vuestras Colinas Rusas y vuestras Colinas Telégrafos,
vuestras Colina Faro, y vuestras Colinas Capilla,
vuestros Montes Análogos y vuestros Montparnasse,
bajad a pie colinas y montañas. Bajad de vuestras cúpulas y poltronas.
Los árboles caen todavía y no volveremos a los bosques nunca más..
No hay tiempo ahora para sentarse en ellos
mientras los hombres queman su propia casa para cocinar a su cerdo.
No más cánticos Hare Krisna mientras arde Roma. Está quemándose San Francisco,
en el Moscú de Mayakowski está ardiendo la gasolina fósil de la vida.
La Noche y el Caballo se acercan comiendo luz, calor y poder y las nubes tienen pantalones.
No hay tiempo para que el artista se esconda encima, más allá o detrás de los escenarios, indiferente, limpiándose las uñas, refinándose fuera de la existencia.
No hay tiempo para nuestros pequeños juegos literarios,
no hay tiempo para nuestras paranoias y nuestras hipocondrías,
no hay tiempo para el miedo ni para el enojo, sólo hay tiempo para la luz y el amor.
Hemos visto a las mejores mentes de nuestra generación destruidas por el aburrimiento en las lecturas poéticas. La poesía no es una sociedad secreta, no es un templo tampoco.
Palabras secretas y cantos ya no sirven. Ya concluyó la hora del Om, viene la hora del lamento, la hora del lamento y del regocijo, viene el final de la civilización industrial
de lo que perjudica al hombre y a la tierra. Es la hora de encarar el exterior en la posición del loto con los ojos abiertos de par en par, la hora de abrir vuestras bocas con un nuevo discurso abierto, la hora de comunicarse con todos los seres que sienten, todos vuestros Poetas de las Ciudades, colgados en los museos, yo incluido, todos vosotros poetas para poetas que escribís poesía sobre poesía, todos vosotros poetas de lenguas muertas y deconstruccionistas, todos vosotros talleres de poesía en los sótanos del corazón de América, todos los domeñados en la casa de Ezra Pound, todos vosotros poetas monstruosos cortados a patrón, todos vosotros poetas concretos y estresados, todos vosotros poetas cumilingües, todos vosotros poetas de servicio de pago que os quejáis con graffitti, todos vosotros versificadores del Metro incapaces de hacer rima todos vosotros maestros del haiku en las siberias de América, todos vosotros ciegos ilusos, todos vosotros supersurrealistas que os ocultáis a vosotros mismos, todos vosotros visionarios de habitación y agitadores de retrete, todos vosotros poetas grouchomarxistas y camaradas de la clase ociosa que vagueais todo el día y habláis acerca de la clase proletaria. Todos vosotros anarquistas católicos de la poesía todos vosotros montañeros negros de la poesía todos vosotros bramanes de Boston y bucólicos de Bolina todos vosotros canguros de la poesía todos vosotros hermanos zen de la poesía todos vosotros amantes suicidas de la poesía todos vosotros profesores greñudos de la poesía todos vosotros reseñistas de la poesía bebiendoos la sangre del poeta todos vosotros policías de la poesía ¿dónde están los niños salvajes de Whitman? ¿dónde las voces fabulosas que recitan con sentido de la dulzura y de lo sublime? ¿dónde la nueva visión fabulosa, la fabulosa perspectiva del mundo? ¿la elevada canción profética de la tierra inmensa y todo lo que canta en ella y nuestro vínculo con eso? Poetas, descended a la calle del mundo una vez más y abrid vuestras mentes y vuestros ojos con el antiguo deleite visual, aclarar vuestras gargantas y hablad alto, la poesía está muerta, larga vida a la poesía de ojos terribles y fuerza de búfalo. No esperéis a la revolución o sucederá sin vosotros, parad de susurrar y gritad con una nueva poesía abierta de par en par con un nuevo lugar público de sentido común con otros niveles de subjetividad otros niveles subversivos, un tenedor incrustado en el interior del oído para cavar la superficie. De vuestro propio dulce yo que aún canta hay que declarar la palabra colectiva la poesía el común vehículo para transportar al público a lugares más elevadosde los que otros vehículos pueden alcanzar. La poesía aún cae de los cielos a nuestras calles todavía abiertas. No han abandonado las barricadas todavía, las calles aún vivas con caras de adorables hombres y mujeres que se pasean aún por allí, hay criatruas adorables por todas partes aún, en los ojos de todos el secreto de todos sigue enterrado todavía, los niños salvajes de Whitman todavía duermen allí, despertaros y cantad al aire libre.

Lawrence Ferlinghetti: MANIFIESTO POPULISTA Y OTROS POEMAS (Eds. Árbol de Poe, Málaga, 2005)

Fuente: http://www.nodo50.org/mlrs/

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