jueves, 21 de mayo de 2009

Oda a la rabia empática

Un sólo rostro sois,
difusamente férreo,
un rostro construido
en la niebla perfecta
y borrosa del odio,
un rostro indisociable,
como un agudo sueño
de ceniza mojada,
como esa pesadilla
que tengo a los seis años:
postrado ante mi miedo
sobre una cama enorme
y un edredón tan frío,
treinta perros muy negros
me miran, iguales y rabiosos
escupen lentas babas,
aunque sepa que lloran
sus ojos me asesinan.
Grito líquido dentro del pijama
¿Estos huesos que toco son míos?
Desea salir corriendo mi mirada
como una carretera de su coche
pero me fallan las piernas,
mis frágiles y violentas rodillas
se han clavado en lo blando.

La gravedad me castiga
dándome a chupar un caramelo.
Me lo trago.
Se acurruca en mis entrañas.
Está relleno de culpa.

Un sólo rostro exasperante sois,
roto en mí.

Felipe Bollaín

4 comentarios:

Javier Mérida dijo...

Retrato de la angustia vital, de las expectativas, de ese gran y atávico miedo a tener miedo... a los perros de la guerra, a los perros que firman armisticios, a la temida humedad del camastro nocturno víctima de cualquier flujo (fluidos ambos pecaminosos fuera de sus contextos, provocadores del gran atasco emo-lógico de los humanos). Y, a pesar de todo, nos mostramos totalmente autoindulgentes, condescendientes, falsos, huraños, hipócritas...

J.

Felipe dijo...

Valga una licencia de intimidad: este poema -además de todo lo que bella y correctamente has apuntado -es sobre mis padres...

Un abrazo.

lu dijo...

Muy bueno, Felipe, un gusto leerte. Aunque este poema me ha recordado unas pesadillas que tenía yo de pequeña con los cuatro angelitos que según mi madre guardaban las cuatro esquinitas de mi cama...

Felipe dijo...

Gracias Lu, un abrazo.

Felipe.