jueves, 29 de octubre de 2009

Pesadilla

Pesadillas es una nueva sección que espero no se prodigue demasiado, aunque es apasionante enfrentarse a ellas y analizarlas. No obstante, las conclusiones intuyo que vendrán transformadas -y así lo prefiero- en actos. Paso a contar la pesadilla. En realidad empieza como un sueño erótico maravilloso que se acaba convirtiendo en pesadilla. Ha sido que me he incorporado de la cama, he encendido la luz y la he escrito de corrido, sin pensar. A continuación la transcribo tal cual:

Estoy trabajando en un proyecto con mi padre. Duermo solo en una habitación grande desde hace unos días, los suficientes para conocerla bien, con un módem y algunos cables encima de la cama y un pañuelo en la cabeza. Tengo el pelo medio largo...

Voy con mi padre a un bar. Hay que guardar cola para entrar en el servicio, pierdo de vista a mi padre, es como si no estuviera. Me doy cuenta de que 3 ó 4 mujeres también se dan cuenta de que hay que guardar cola y se van hacia el final de ésta... cuando estoy el último pero aún no me he colocado en posición de espera hay una mujer a la que veo por unos instantes que está abriendo hueco, la mujer va justo por delante de mí (es la posición que le corresponde, no se ha colado), está abriendo el espacio y me empuja pero con suavidad. Me gusta. Yo le digo "qué haces... ah, es por el espacio, no?" Me arrincona al final del bar, en una especie de barandilla con escalera y empieza a hacerme cosquillas, me sigue empujando y me dice muy sensual "ahora te diré lo que estoy haciendo". Me hace cosquillas como yo las hago, un poco fuertes. Me encanta cómo me las hace, me gusta muchísimo, siento placer... esto ha sido de espaldas... yo de espaldas a ella... cuando siento la necesidad de responder a su juego me doy la vuelta y se las hago yo... y así jugamos y veo su cara muy de cerca y seguimos como bailando y haciéndonos cosquillas fuertes pero tiernas, maravillosas... y veo y oigo cómo nos expresamos, como niños, con gemidos y risas y gestos sinceros, naturales y libres en la cara de niños felices. Entonces me detengo en su cara... muy de cerca... y empieza a transformarse y me entra el miedo. De repente el fondo se vuelve blanco y sólo tengo su cara delante, que casi es la de un hombre y sigue riéndose pero ahora lo hace con una expresión horrible, de maldad... entonces vuelvo a la cama en la que estaba al principio, la cara se aleja como una estrella fugaz y se la traga el blanco, un blanco deslumbrante, doloroso. Me digo que ha sido una pesadilla, que me estaba quedando dormido y tenía que desenchufar el módem y quitarlo de encima de la cama y que mientras lo hiciera ya irían desapareciendo esas cosas que vemos en la oscuridad que nos parecen rostros o cosas inquietantes que se van a a mover, o una amenaza que nos va a atacar, o que surgiera de nuevo la cara...

Cuando me despierto en la realidad, me giro a mi izquierda como buscando el módem que debería estar encima de la cama y me río y enciendo la luz para escribir esta pesadilla que acabo de tener y que ahora pasa a ser la primera entrada de mi nueva sección Pesadillas que, como ya dije al principio, espero no se prodigue demasiado, aunque es apasionante enfrentarse a ellas y analizarlas. Resulta que en 6 horas (ahora mismo son casi las 5 de la mañana) tengo sesión de gestalt...

Imágenes: "Madonna" y "El grito", ambas obras de Munch.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

para disipar las pesadillas dicen que va muy bien tener cerca una piedra de ámbar (todo está iluminado).

Felipe dijo...

An, no vale una de amatista? Es la que tengo, quien me la dio me dijo que también sirve para eso. Sabes que no creo demasiado en esas cosas, pero gracias por el consejo.

Anónimo dijo...

ponla cerca del cabecero, no hace falta fe, hace falta empirismo. si no funciona no has perdido na.
besito.

aina libe dijo...

jejeje...