miércoles, 9 de noviembre de 2011

La llamada


Ella retuerce el cable

como intentando ahogarla

pero la voz respira

por el suspiro exangüe

de su ignorancia extrema,

de su informada sangre,

de su experiencia ajena.

Cuando la voz insiste

y no hay aire que salga,

un hilillo de muerte

como culebra tibia

se acomoda en su vicio:

si más vivo parece

más ausente resulta.

Por un puente de ojos

que han herido el enigma

comunica el silencio.


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