Ella retuerce el cable
como intentando ahogarla
pero la voz respira
por el suspiro exangüe
de su ignorancia extrema,
de su informada sangre,
de su experiencia ajena.
Cuando la voz insiste
y no hay aire que salga,
un hilillo de muerte
como culebra tibia
se acomoda en su vicio:
si más vivo parece
más ausente resulta.
Por un puente de ojos
que han herido el enigma
comunica el silencio.
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