martes, 1 de noviembre de 2011
Tintín y el capitán Haddock en Caños de Meca
Tarde de verano en Caños de Meca. La playa está poblada de hormiguitas humanas. Un padre y su hijo de nueve años alcanzan a pie la orilla con su equipo de navegación: barquito (hinchado), remos y gafas de buzo. El padre se detiene, respira hondo y observa el horizonte. Su hijo le empuja hacia el mar con entusiasmo. Zarpan.
Un chapuzón de tiempo y se han alejado un buen trecho de la orilla. Hay viento de levante. El altamar ha empezado a engullirles. El padre mira a su hijo e intenta ocultarle el terror proponiéndole un juego.
-¡Tintín! ¡Ponte las gafas de buzo y mira al fondo!- le dice el padre a su hijo mientras rema a contracorriente y mira hacia la orilla, que cada vez está más lejos.
-¡Sí, capitán Haddock!- le contesta su hijo con energía -¡Veo peces!
-¡Bien, Tintín! ¡Ahora mira al fondo y dime si se mueve!- le dice su padre procurando contener la angustia.
-¡Sí, capitán! ¡El fondo se mueve!- le contesta con firmeza su hijo.
Está atardeciendo y hay menos gente en la playa. El padre piensa en quitarse la camisa para hacer señas pero no quiere gritar para no asustar a su hijo. Y no puede parar de remar. El mar encrespado sacude con violencia el barquito.
-¡Tintín! ¡Dime!- le grita el padre buscando la única voz que puede darle las fuerzas que necesita- ¡¿Ves el fondo?!
-¡Sí capitán Haddock!- le contesta el hijo -¡El fondo está quieto!-.
Una extraña sinuosidad de agua tranquila, una milagrosa beta sin oleaje les ha dado un respiro; pero el viento y las olas regresan con intensidad. Hay que volver a la orilla, hay que volver a remar contracorriente.
-¡Tintín!- dice Haddock al borde de la parálisis, con los músculos entumecidos por el gigantesco esfuerzo- ¡Deja de mirar el fondo y achica! ¡Está entrando agua en nuestro barco!
-¡Sí, capitán Haddock!- le contesta Tintín mientras achica el agua con sus manitas.
Anochece. Al límite de sus fuerzas, el padre logra acercarse cada vez más a la orilla.
-¡El fondo está cerca, capitán Haddock!
Al alcanzar la orilla el hijo salta emocionado, pisando a su padre.
-¡¡Somos los héroes!!- exclama eufórico Tintín- ¡¡Hemos llegado triunfales a la costa!!
El padre se arrastra hasta la orilla y se derrumba sobre tierra firme. Sus manos acarician la arena. Su hijo salta encima de su espalda vociferando vítores.
Una ola agarra el barquito y se lo lleva mar adentro.
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