martes, 24 de junio de 2008

Un texto de Javier Corcobado

Violador

Danzan los árboles eludiendo retinas con troncos equiparables a evocaciones estáticas en polvorientos recuerdos-tela de araña de hombre en cuerpo de mujer. También hay varias lunas en las noches en las que unos corazones unidos por guitarras de fiebres se emborrachan y se drogan con mariposas transparentes que sacan a la percepción del calabozo de la rutina, y hacen de ella un hermoso cielo de otoño o primavera cuando es verano o invierno. O esa quinta estación en la que vivimos a veces los lobos. Esa estación que nos lleva a pensar que la libertad es la cárcel mas grande de todas las cárceles y la claridad y la capacidad de análisis se tornan ciudad de niebla donde llueven cuchillos de dolor día tras día hasta que te arrojas de cabeza por la ventana de un 5º piso, pero sólo consigues una fractura de cotilo con nimias contusiones en vez de saborear la dulzura que pensabas se hallaba en la muerte. Imbécil. Hoy siento la adolescencia en las manos. Pero la libertad es algo sublime que segrega nuestro amor. Son libres las personas, no los países. Sólo los necios justifican sus abyectos actos diciendo que viven en una nación libre. Los besos lloran mucho, dicen la verdad y mienten y pactan efímeros paraísos donde caben hasta los hombres y mujeres voladores. No hay nada tan peligroso en una calle como un ciego loco con una pistola. La gobernantes que hubo, hay y habrá en la Tierra son ciegos locos con millones de armas. Apenas hay excepción. Los políticos y los psiquiatras son los peores demonios. No quiero que me diga "te quiero" quien no me ama. Las lágrimas son nuestros diamantes. Diamantes con fulgor que navegan como bellos barcos vikingos por las copas de los borrachos. Los drogadictos y los borrachos son ángeles vestidos de paisano. No perder la luz en las llagas del odio y aferrarse fuerte a la desnudez de tu amada o de tu amado. Una foto del día de la comunión de un niño y una niña besándose. El cuadro de la niña más bonita multiplicada por cuatro gestos en la pared de un dormitorio donde reside un amor inmenso. Hay tenientes de la guardia civil que llevan alas de mosquito implantadas en los omóplatos. Los sombreros están inventados para demostrar la admiración con un leve movimiento de quita y pon, igual que los aplausos aunque sean estos más violentos. Un artista necesita de esas dos cosas para sobrevivir. Vivir es eterno para los dioses, para esos dioses que cada uno se inventa una tarde de lluvia tras la ventana sintiéndose el mejor amigo de la soledad. Más solo que una amapola en un desierto africano. La hemorragia de amapolas en la cuneta de la carretera o en la vía del tren es lo contrario de la soledad. No hay mejor olor que el de la cena pobre en los barrios. Esa tortilla francesa que la madre prepara para el hijo que llega tarde y la come cuando ya está fría. Tristeza. Contradicción. Hoy hay un adolescente en mis manos. Si quieres saber qué es lo más parecido al Edén, déjate encerrar con tu amor una noche de verano en los jardines del campo del moro tras el palacio de oriente y con un cactus mexicano navegando por la sangre de tus venas. El gato Pedrito te enseñará los senderos de castaños y los lugares prohibidos, cementerios de plantas superando toda belleza. Olor a muerte y olor a vivir enorme. Alineación de los dientes en el roce de un beso insondable. Hoy no quiero intentar hacer literatura ni daros poesía ni tocaros los nervios, quiero besaros los ojos con las palabras del corazón por una vez. Quisiera que mordiérais el gusano de la botella de mezcal y lo compartiérais con la mujer con cuya imagen en evocación os dormís, soñáis y os despertáis todos los días. La mitad del gusano para cada uno mientras habláis de vuestros viejos amores. Amar-gamente. Llorar de belleza. Qué lindo ser una obra de arte andante como la Estrebvina de la noche en mis pupilas continuamente. No tener miedo. Caminar sobre plataformas de piel de culebra que van dejando huellas de labios por las plazas viejas de la ciudad. Huellas de las que nacerán crisantemos. Chatarreros de sangre y cielo. Esos príncipes del error que convierten un fallo en un oasis con lago de cristal o una película de sangre, risa sudor y lágrimas. Y adoro a los afiladores que con sus flautas traen a nuestros pensamientos cuentos maravillosos del siglo pasado. Hombres de color siena, nobles vengadores. Hacer del crimen una obra de arte. Mariposas en los brazos. Almendras en los brazos. Sin compasión. Ayuda a quien la necesita pero sin compasión. El exterminador está próximo. Mata si estás en peligro de muerte. No os dejéis engañar por la pericia de un trauma. La letra con sangre ha de salir. Agradezco a Stephen Dunn que me forzara de una manera tan salvaje. El odio es lamentablemente es-quizofrénico por amor. Eludiendo cualquier lenguaje hemos de asumir la constatación del silencio más absoluto, en fin, del terror: personal y particular. Carácter es la ausencia de lenguaje también, pero las pautas son la compañía, espúreas del cielo de la soledad. Una puta son los reyes magos. Una puta es el cumpleaños nº 1 de un niño limpio y feliz: Rousseau muerto. Confesión y reflexión de un paseante íntimo: "si no soy puta, ¿ara qué quiero vivir?", dijo el filósofo viejo y ebrio, infratatuado. Soy el hombre escondido detrás de un arbusto que está sentado en su escritorio. Nunca me detendrán. Jamás me prenderán. Todas mis víctimas mueren de maneras distintas. No importa su sexo. Te sentarás a mi lado en un concierto en el bosque. Si te mirara en el metro no desviarías los ojos. Soy pequeño y engañoso como estos cientos de palabras que ya están dentro de ti. Dentro de ti.



Texto escrito por Javier Corcobado para la revista "El Europeo"

1 comentario:

Ceci dijo...

bueno...
me gustaaa
me encanta.
hombre y mujeres que vuelan
pactos por paraísos
...
c.
con besos.